Cuando era pequeña había conocido a una niña llamada Martina en el parque de La Libertad y nos hicimos las mejores amigas. Desgraciadamente Martina era de Argentina y se tuvo que ir porque vivía allí. Antes de marcharse nos hicimos una promesa, algún día nos volveríamos a ver, y me dejó un papelito con su dirección.
Cuando cumplí los 18 años, viajé a Argentina por vacaciones, en primavera. Las calles eran muy bonitas y, por un instante, reconocí el perfume de rosas que Martina llevaba de pequeña, pero solamente era una ilusión, quizá apresurada por el deseo de encontrarla.
Por la calle anduve desesperada por encontrar la dirección, pero gracias al Google Maps de mi móvil la encontré. Justo en frente de su puerta me encontraba muy nerviosa por si se iba a acordar de mi o no. Cuando toqué el timbre y abrió la puerta supo al instante quién era yo. Con una alegría que ambas sentimos por vernos nos fundimos en un abrazo. Ella sorprendida me dijo que era directora de un programa de televisión sobre música y me preguntó que si quería ser la protagonista. Yo, emocionada, le dije que sí. Desde ahí empezó mi carrera musical.
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